Estos cambios pueden ser positivos, pero en la mayoría de los casos pueden traer perturbaciones al ambiente y el ingeniero, como agente transformador debe conocer sus implicaciones.
Uno de los aspectos claves a tomar en cuenta por los ingenieros, es lo referente al consumo energético. En la fabricación de cualquier producto se consume energía no sólo en las diferentes fases de elaboración, sino también en la extracción y preparación de las materias primas, en la construcción de maquinaría e instalaciones, etc. El conocimiento del consumo de energía a lo largo del proceso sentará las bases para la introducción de mejoras tecnológicas y de eficiencia energética que reduzcan las cifras iniciales.
En la práctica se dan situaciones claramente paradójicas en los profesionales de la ingeniería carentes de formación ambiental; observamos como en la gestión energética sólo se aprovecha una mínima parte de las potencialidades que nos ofrece la energía solar, capaz de suministrar hasta 140.000 veces la energía que necesita todo el planeta, y al mismo tiempo, sufrimos las consecuencias de las fluctuaciones en el precio del petróleo además de las consecuencias negativas que acarrea su uso a gran escala a nivel planetario.
En conclusión los ingenieros deberían asumir mayor responsabilidad en la formación del futuro sostenible. Deberían crear y aplicar la tecnología para minimizar los residuos, reducir la contaminación, proteger la salud humana, el bienestar social y el medio ambiente.
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